Por Nadia Sotelo
Esta época, se podría decir que es la más linda del año. Vestidos cortos, polleras, musculosas, shorts, ojotas y alpargatas, forman una parte central de nosotros, así como tomar agua y ponerse crema para que el sol no nos dañe la célula más grande de nuestro cuerpo: la piel.
Muchos de nosotros, tenemos la alegría de veranear en algún lugar cercano a la playa, visitar piletas de natación o armar una pileta de lona en nuestras casas. Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta del daño que estamos haciendo a nuestro cuerpo, al no ponernos protector solar; el sol siempre está y por lo tanto, cada salida que realizamos afuera de la casa debería estar prevenida con una crema corporal, pero es recién en verano cuando nos damos cuenta de la exposición de los rayos solares.
Tomar color es algo hermoso, pero sí no nos cuidamos, no podremos disfrutar de la playa, la pileta ni de nada; ya que estaremos postrados en una cama con ampollas que nos impidan salir y gozar del día. Yo me arriesgué a salir sin crema y el cuerpo me pasó factura de inmediato, se me hicieron puntos en la piel, me nacieron pecas y me aguanté un dolor que era insoportable y tuve que esperar para regresar a la exposición solar.
Por eso, pensemos bien cada vez que salimos al sol, pasarse una crema no demora más de 15 minutos, es molesto, pero peores molestias ocasionan el no ponérsela. Hay protectores de diferente graduación, lo aconsejable para los adultos es de 30 y para los niños 50; de todos modos como la piel de cada persona es única, lo aconsejable es acudir a un médico para que indique qué factor de protección conviene más.
Así que a disfrutar de la playa, el sol, el verano; acordándose siempre de cuidar a la piel, que es la que nos va a acompañar para toda la vida.