Por Nadia Sotelo
¿Qué sería de mí sin la música? Es una buena pregunta. Todos los sentimientos que vivo y todas mis emociones se relacionan con ella. Decir que es una obsesión es una noción corta, porque traspasa mi ser, me lleva a horizontes lejanos y me hace elegir quedarme todos los días a vivir esta vida. A veces me siento muy triste, muy sola, con problemas existenciales, con nudos mentales, con miedos que me impiden avanzar, pero ella no me abandona. Me acompaña a dónde voy, me da la alegría para continuar.
Desde chiquita supe lo que quería ser. Sabía que era imposible, quise taparlo haciendo otras cosas, pero cuando tu corazón te dicta la verdad no hay nada que se pueda hacer. Mi sueño siempre ha sido la música; no me importa sino llego a ser cantante, por lo menos necesito estar rodeada de gente que lo sea, de canciones, de letras, de músicas, de experiencias con sonidos. No logro desconectarme de la música, cada vez que salgo a la calle siento la necesidad de llevar un MP3, mi gran amigo desde hace casi una década. Fue mi regalo de los 15 años y hoy con 24 lo disfruto con todo. Estar sin música me cuesta, de hecho no puedo, cada vez que voy a la facultad y tengo que cursar y escuchar al docente a cargo, sacarme los auriculares ¡me mata! Pero sé, que también debo tener un descanso de mí enamoramiento, porque a veces hay que desconectar y conocer otras cosas de la vida.
Y aunque sé que tendría que pensar en tener un futuro financiero, de mantenerme estable para vivir y de conseguir un empleo que me genere dinero. No puedo dejar de sentir mi verdadero amor, lo que quiero hacer en esta vida, que es la música.
Mi infancia, adolescencia y adultez se forma de ella: canciones infantiles, creaciones con sonidos, discos y videos me rodean. Muchos dicen que soy ilusa y que no voy a lograr nada porque soy gorda, fea, petisa. La verdad las descalificaciones, ya no me interesan. En un momento, vivía sufriendo por lo que otros me decían, hoy ya no; porque considero que cada uno tiene su personalidad y tiene que hacer lo que quiera sin que a otro le tenga que importar.
Cada vez que canto me siento libre, como si no tuviera que esconderme de nada, como si estuviera volando, cada vez que escucho a un cantante me emociono porque sé que cantar es apasionante, que uno se mete dentro de esa escritura cantada, de esa vivencia hecha canción. Escribir es algo tan lindo, tan gratificante es saber que alguien se pone contento con lo que decís, que podes ayudar a tantos con tan solo un minuto de tu vida y unas palabras. Personalmente soy muy tímida, pero hay dos lugares en donde no lo demuestro y es con la música y la escritura; porque me da esa libertad que todos quieren encontrar, ese sentimiento de alegría, de amor y satisfacción.
No podría considerar a mis dos amores como hobby, porque de eso se nutre mi vida. No son un pasatiempo, son mi vida misma. La que elijo de esta forma, la manera en la que quiero vivir. Hay tanto para sufrir, que tener un minuto de alegría y saber que conseguiste tu fórmula para ser feliz es algo maravilloso, inexplicable. Mi mundo es el de las músicas, el de las emociones, el de los sentimientos, el de los deseos, el de los sueños. Me pregunto porque no logro que me guste otra cosa, algo más común, algo más seguro y no encuentro la respuesta porque sé que si no cumplo con mis sueños voy a vivir amargada y voy a morir de pena. Intenté dejar mis deseos en el pasado, pero no puedo porque soy muy infeliz. Para mí: vivir es música, sino es muerte. Esos sonidos que ingresan a mis oídos, que me endulzan la vida, que me hacen ser, son mi guía hacia el paraíso. Es mi religión, yo no creo ni confío en nada, solo hay un lugar en donde encuentro mi verdad y es en las canciones, en los sonidos, en la lectura, en la escritura.
Es mi obsesión, mi enamoramiento. Cada vez que mi voz emite una canción es pureza, no importa si no le gusta a nadie mi tono de voz. Porque sé que es el único lugar en el que soy, en donde no hay crítica que valga, ni que me importe. Allí soy egoísta, pienso en mí, está presente toda mi vitalidad. Yo me acepto sin ningún complejo solo con música. Si no existiera, la vida no sería lo mismo o me tendría que buscar otra manera de ser feliz, por suerte la encontré y de muy pequeña. No discrimino ningún género musical, hay algunos que me gustan más que otros, pero la música es vivencia, es destino, es presencia. No la cambio por nada, es fiel y sincera de por vida. Porque cuando canto lo hago desde el corazón. Capaz no logre vivir financieramente de ella, pero nunca voy a dejar de escucharla, de sentirla, de amarla. Siempre habrá un espacio en donde esté conmigo, dónde me acompañe, aunque trabaje de otra cosa: su presencia me dará la fuerza para vivir, para amanecer con una sonrisa cada mañana. Me levanto todos los días agradeciendo que voy a poder estar con ella, que me va a cuidar, que no estoy sola. Porque como dice Almafuerte: sé vos ¿Porque falsearse y mentirse? Si mi destino está en las canciones, no me voy a mentir ni a engañar. Voy a luchar por ser. De venir del jardín y ponerme mi cassette infantil, de ir a la primaria y concursar en un baile: practicarlo y hacerlo súper bien, a estar en sexto y cantar parada en las sillas a Belinda en el recreo. Empezar la secundaria con música rock, comprarme mochilas de bandas, ponerme pines, a hoy dónde curso en la facultad, viajando en subte y colectivo siempre con mi compañero, mi MP3. No hay pileta y mar en dónde no cante. En realidad toda mi vida es música.
Por eso no me importa si no tengo plata para pagar clases de canto, si no concursé en ningún programa de talentos televisivo, si nadie confía ni cree en mi talento, si nadie me escucha. Yo voy a seguir cantando, haciendo realidad mí anhelo, mi sueño, mi sentimiento y mi deseo, porque la música es mi gran obsesión. Es mi vida.