“Las de Barranco”- Crítica

Por Nadia Sotelo

Todos los domingos a las 17 hs, el teatro Multiescena (Av. Corrientes 1764) presenta “Las de Barranco”. Una excelente obra de Gregorio Laferrere que, se encuentra situada a comienzos del siglo XX y que representa una historia que hoy en día, se sigue repitiendo aún con el paso de los tiempos. Los encargados de darle vida a este espectáculo son Rubén Pérez, Macarena Caballero De Rosa, Gastón Negrete De La Cruz, Federico Sepúlveda, Laura Rodríguez, Lenni Maldonado, Graciela Capelli, Cloe Gorosito, Juan Lucero, Matías Calabrese, Hernán Guebard, Jonathan Rodríguez y Santiago Etchepare. La dirección es de Marcelo Silguero y el asistente de dirección es Manuel Brener.

Las de Barranco, cuenta la historia de Doña María De Barranco (Rubén Pérez), viuda de uno de los capitanes más importantes del país y madre de tres hijas. Su temperamento es fuerte, casi dictatorial e impone órdenes a sus hijas, siempre conservando un lugar de dama respetable y muy interesada en respetar las apariencias para el afuera. Pero la realidad es que transita por un mal momento económico y no piensa rebajarse, entonces utiliza a una de sus hijas, a Carmen (Macarena Caballero De Rosa) que posee una gran belleza, para que complazca a los hombres y de esa manera, conseguir el dinero que se necesita.

La actuación que realiza Rubén Pérez es excelente, se observa su profesionalismo en escena y su gran interpretación al representar a Doña María, una mujer ruda y sin escrúpulos, que profesa su buen nombre y desea conservar una buena imagen con el exterior, esclavizando y condenando a sus hijas, con el fin de ser respetada. El tono tragicómico que se experimenta en la obra es increíble, a la vez que representa una historia que tranquilamente, puede suceder en la actualidad. La apariencia, esa palabra tan dañina convierte a los seres humanos en máquinas de mentiras, simular algo que no se es, simplemente es estar en contra de la existencia, de la propia vivencia.

En la representación que se realiza, se puede observar cómo una mujer que se considera con un estatus intachable, no puede dejarse ver como alguien con problemáticas económicas, portar un apellido la hace continuar en un nivel al que no puede bajar. Tanto ella, como sus hijas, son herederas de un nombre y son solo eso, Las de Barranco, cuál si fueran propiedad de una persona que ya no está y deben continuar con su legado, pero la pobreza se les acerca y tienen inquilinos para afrontar las deudas: Linares, interpretado por Federico Sepúlveda y Morales, cuyo papel lo realiza Gastón Negrete De La Cruz, dos grandes actuaciones.  

Macarena Caballero De Rosa, quien interpreta a Carmen, hija de Doña María es una de las actrices protagónicas. Realiza una muy buena interpretación, se evidencia su carácter sumiso y su tristeza por no ser feliz, en donde la madre la obliga a realizar cosas que no desea y a hablar con hombres que le duplican la edad, para lograr favores y estabilidad económica. Ella no desea eso, pero se siente atrapada en un callejón sin salida y cree que el amor no llegará a su vida, pero el final de la obra logra cambiar este pensamiento y se propone a vivir como ella lo desea.

Laura Rodríguez, que realiza el papel de Pepa es una gran actriz cómica. Pepa no es tan agraciada como Carmen, experimenta la soledad y se puede observar la angustia que la carcome, su interpretación es maravillosa y provoca la risa del público. Manuela es otra de las hijas de Doña María, quien se encuentra caracterizada por Lenni Maldonado, sus intervenciones son muy buenas y es una, de las que mejor está en escena, siempre alegre y evidenciando que, aunque se produzca lo peor, la sonrisa se encuentra presente en su rostro.

Rocamora (Juan Lucero), Barroso (Hernán Guebard) y Castro (Matías Calabrese), son las personas que le realizan favores a Carmen, por orden de Doña María. Rocamora tiene mucho dinero y Doña María, sueña con que se case con Carmen, Juan Lucero realiza un gran personaje. Barroso es el dentista y también pretende a Carmen, cada una de sus escenas provocan gracia en el público y son perfectas. Castro en cambio, es el dueño de la vivienda y necesita el dinero que Doña María le adeuda, pero no le importa si no lo obtiene, si en compensación puede hablar con Carmen.

Uno de los mejores papeles, lo realiza Graciela Capelli. Interpreta a Gertrudis, la ama de llaves de la casa de Doña María, aquí se observa lo que sucede en muchas familias poderosas, cómo se exprime a las trabajadoras domésticas y no se les paga como debiera. Una muy buena interpretación.

Las de Barranco dura una hora y media, pero el tiempo pasa muy rápido, todos los actores que participan se lucen y demuestran su talento. Un espectáculo que posee muchos actores en escena, pero que son fantásticos, no se producen desfasajes en las escenas y todos obtienen protagonismo. No es fácil, llevar un elenco tan grande, pero lo que demuestran en el escenario es maravilloso. Una obra que se interroga sobre el poder que algunas personas creen tener, ejerciendo manipulación y haciendo vivir a los demás, una vida de amargura y tristeza. El final es muy bueno y revelador, un espectáculo muy bueno y gracioso. Lo recomiendo!!!

Funciones:

Domingos 17 hs

Teatro Multiescena (Av. Corrientes 1764)

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FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Elenco: Rubén Pérez, Macarena Caballero De Rosa, Gastón Negrete De La Cruz, Federico Sepúlveda, Laura Rodríguez, Lenni Maldonado, Graciela Capelli, Cloe Gorosito, Juan Lucero, Matías Calabrese, Hernán Guebard, Jonathan Rodríguez, Santiago Etchepare

Asesora de vestuario: Laura Rodríguez

Fotografía: Argen Teatro Photo

Prensa: 0KM Prensa

Diseño: Fernando Felices

Instagram: @las_de_barranco

Asistente de dirección: Manuel Brener

Dirección: Marcelo Silguero

Producción: Teatro Popular Argentino

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“El cabaret de las ilusiones” – Crítica

Por Nadia Sotelo

El domingo a las 18: 30, horario ideal para salir, debutó una nueva obra llamada “El cabaret de las ilusiones” que se las trae, en el Teatro El Tercer Acto (Av. Mayo 1158- CABA). Parecería descabellado pensar en un cabaret y en su misma frase ilusión, pero este espectáculo demuestra que este título se puede cumplir.

Antes de que empiece la historia, se visualizan a dos personas con cigarrillos que tienen en sus manos y que luego llevan a su boca, estos son La madama Elba Gallo (Mary Bustos) y el duque del cabaret, Nino Fornicaro (Rubén Pérez). Al entrar en escena, se nota que no hay buena relación entre ellos, pero tienen una necesidad: resurgir el cabaret, una obra que propone risa prácticamente todo el tiempo, gracias a la participación de las “Chicas”, que hacen de las suyas con sus vivencias y es imposible no tentarse. De repente se forma una fila de aspirantes, que buscan un lugar en el cabaret; la primera es Dalia (Lucía Olguin) que con su despampanante cabellera rosa, deslumbra a Nino y le asigna el empleo, por otro lado está Consuelo (Laura Rodríguez) que tiene una historia fuerte detrás y desea cumplir su máxima ilusión “reencontrarse con su madre”, si la risa fue partícipe en toda la otra, con la entrada de José «Pepe» Putín (Martín Castillo), un transformista, se redobló.

Los encargados del cabaret, aceptaban a todas las personas que quisieran ingresar, bajo el lema “se trabaja todo el día”. No solo habían incorporado a un hombre que se transformaba en mujer, sino que también, optaron por Soledad Solá (Norma Arias) una mujer de cabello corto y rubio que usaba anteojos, no sabía cantar, ni bailar y tenía el sueño de conocer al hombre de su vida. Pero faltaba alguien que también se integró al cabaret, “Concha”, interpretada por Walter Arguello, lo distinto y fascinante de este gran personaje, era que para el espectador era imposible no percibir que era hombre. De hecho, uno de los ejes más jugados por este actor, era hacer el papel de mujer. No se intentaba mostrar a un transformista, sino a una mujer, eso era lo bello: saber que era hombre y que se la jugaba por ser mujer, un papel muy bien logrado por Arguello.

Otros dos personajes componen la historia, pero en el papel de clientes. Por un lado El intendente (Pedro Pelliza) y por el otro, El Cholo (Martín Castillo) habitué del cabaret. El intendente, que solía frecuentar el lugar, se decide por una de las chicas y le cumple el deseo que tanto esperaba.

En cuanto a la ambientación del espectáculo, estaba presente la música con canciones de Elvis Presley, “La pollera Amarilla” de Gladys “la bomba tucumana” y el maravilloso «Money» de la gran Nacha Guevara, así como luces led que cambiaban constantemente de color, un bar, una mesa y otra mesita, con una silla.

En el final, se produce una noticia que cambiará la historia de todos. Cada una de las Chicas, consigue su máxima ilusión, una obra bella que demuestra que los sueños pueden conseguirse en cualquier lugar y que no hay que juzgar la zona en donde se está, que todo es para mejor. Un cabaret, que terminó siendo como su nombre lo indica “De ilusiones”.

Teatro: Tercer Acto (Av. Mayo 1158- CABA)

Funciones: Domingos 18:30 hs.

Actores

La Madama Elba Gallo: Mary Bustos

Nino Fornicaro: Rubén Pérez

Dalia: Lucía Olguin

Pepe Putin: Martín Castillo

Consuelo: Laura Rodríguez

Soledad Solá: Norma Arias

Concha: Walter Arguello

El Intendente: Pedro Pelliza

El Cholo: Martín Castillo

Sonido e Iluminación: Andi Ledger

Prensa y Difusión: Julián López

Puesta en escena y dirección: Rubén Pérez

 

“LA ZARZA ARDIENDO”: UNA HISTORIA DE TRAICIÓN, LOCURA Y MUERTE.

Por Nadia Sotelo

El lunes 3 de Julio se llevó a cabo la función de prensa de esta gran obra, a la cual tuve la suerte de poder asistir. Llegué a eso de las 8 pm, me dieron la entrada y proseguí a sentarme en una mesa, casi todas las mesas estaban ocupadas debido a la cantidad de personas que se hallaban en el lugar, pero encontré una mesa y me senté; la puerta de entrada se abría y cerraba constantemente, la gente se saludaba, se sacaba fotos, salían y volvían a ingresar al lugar. La función estaba pautada para las 9 pm, pero empezó a eso de las 21:30, momento en el cual se llenaron todas las butacas del teatro y se dio comienzo a la obra.

Luces bajas, silencios, timbres y música atrapante: protagonizaron la función. La historia comienza con una muerte, un momento tan doloroso para cualquier persona y más para una hija y un esposo; pero desde el momento en que se menciona esta muerte, se puede observar que hay algo detrás, que no se quiere confesar y que por lo tanto, se oculta.

Gustavo (Andrés Rojas), esposo de la difunta, vive hablando con el Dr. Veiga (Horacio Pucheta) sobre la muerte de su esposa y Emilia (Cecilia Lucero), su hijastra, se la pasa llorando en su cuarto y no sale a ningún lado; el mayordomo Juan (Rubén Pérez) es el encargado de dejar entrar a invitados a la casa, que vienen a ver a Emilia. Unas vecinas chismosas quieren ingresar a la casa con el objetivo de que la joven, huérfana de madre, les confiese las causas reales por las que murió esta; ya que no creen en la teoría del infarto, en realidad saben la verdad por los chismes que escucharon. Emilia se siente mal por las cosas que le interrogan y decide llamar a su padrastro y a Juan; para que las retiren de la casa.

A lo largo de la obra, se pueden observar mentiras, tensiones, traiciones y una muy marcada ausencia de culpa. Gustavo quiere hacer pasar a su mujer por loca, argumentando que perdió la memoria cuando en realidad estaba más cuerda que nunca cuando decidió hacer lo que hizo. Este espectáculo demuestra las vivencias cotidianas, aunque está ambientada en la década del 20, es realmente actual; en dónde el silencio está siempre presente, dónde los que conocen la interna de una pareja actúan con indiferencia, no hacen nada para modificar una realidad, para ayudar y salvar una vida. Traiciones por todos lados, pareciera que al mundo le encanta vivir en una mentira, no animarse a la verdad. Traicionar a una madre es lo peor que puede ocurrir, arruinar ese vínculo de amor es algo terrible y doloroso y también lo es, tener a un esposo que se abusa de su condición masculina, de “macho”, aquella que argumenta que “estoy con quién quiero para saciar mis deseos sexuales naturales”, cuando en realidad es una perturbación, porque teniendo a la hija es como si tuviera a la madre a la vez, en fin ¡una locura!

El público se expresó durante toda la obra: con risas, gestos de asombro ante lo que escuchaban y veían, hasta con insultos al no poder creer ciertas cosas. Un público atento, expectante de lo que ocurre. Cuando se llega al clímax de este espectáculo y Gustavo confiesa su traición ante el Doctor, se logran comprender todas las cosas ocultas y se hace evidente ese aspecto prohibido, ese deseo que no se pudo controlar “el incesto”. No puedo comprender cómo se puede llegar a esto, porque no es amor; solo es locura, enfermedad, celos y represión.

¿Qué es el amor? Se puede llamar amor a esa relación entre Gustavo y Emilia, o es un sentimiento de odio hacia una mujer “madre y esposa”, de trofeo por parte del padre ya que tiene lo más valioso de su mujer, a su hija, que lleva la juventud que la madre perdió o Emilia ganando al hombre de su madre. Es fácil culpar a una mujer, tildarla de loca, cuando nadie la ayudó y la traicionaron conduciéndola a la muerte, mundo de mentiras, indiferente y perverso. El desenlace me impactó, no pensé que iba a terminar así; pero me parece que de ese modo se hace justicia, además allí se hace presente ese “sentimiento” que los protagonistas no estaban expresando “la culpa” que de a poco irá invadiéndolos y los llevará a tomar una decisión, con la que concluye la obra.

Una puesta en escena maravillosa, actores increíbles que logran meterse en ese mundo de locura, oscuro y turbio. A la vez, un argumento tan común en la vida, algo que ocurre en la cotidianeidad y que se sigue ocultando; vivimos repitiendo las mismas situaciones y no hacemos nada al respecto.

Una obra que vale la pena ir a ver, su calidad es de excelencia, el público que asiste puede dar cuenta de esto. Además es grato que con tan solo una hora de duración se puedan tocar tantos temas que hacen a esta historia, imperdible.

 

Funciones: TODOS LOS VIERNES, 21.30 HS.

Teatro: Sala La Clac. (Av. De Mayo 1158).

Reservas al: 4382-6529

Entrada general: $200.

Promociones: 2 x $350

Jubilados y estudiantes: $120

«La Zarza Ardiendo»

Libreto: F Mertens y G. Del Castillo.

Adaptación y Dirección: Adolfo “Fito” Yanelli.

Asistente: Silvina Cassou

Elenco:

Gustavo: Andrés Rojas

Dr. Veiga: Horacio Pucheta

Juan: Rubén Pérez

Anatilde: Laura Rodríguez.

Jorgelina: María José Pedrana

Emilia: Cecilia Lucero

Ignacio: Gerardo Alessio

Ficha técnica:

Vestuario: TISHA

Música original: Gustavo Fuentes

Coreografía: Viviana Grimalt

Diseño de luces: Martín Rebello

Asistente de luces: Andy Ledger

Maquillaje: Mariana Sosa

Prensa y difusión: Julián López

 

“AMORINA”: CRÓNICA DE UNA OBRA TEATRAL.

Por Nadia Sotelo

El día 17 de Diciembre de 2016 salgo de mi casa a las ocho de la noche, me tomo el subte de la línea H y la combino con la A en compañía de mi hermana. Camino y llego a la sala La Clac con el objetivo de presenciar la última función de “Amorina”. Al principio dudo de la dirección del teatro, pero inmediatamente me doy cuenta donde queda y me dispongo a ingresar; me presento en boletería, digo mi nombre y me asignan dos entradas para que también pueda verla mi acompañante. A medida que avanzo en la caminata observo mesas y gente sentada en las sillas, ya que el teatro cuenta con un restaurant/ bar en el cual los espectadores de la función pueden tomar algo antes de que comience la misma.

Me siento en una de las sillas, el mozo me pregunta si quiero algo para tomar y amablemente le digo que no. Pero sentarme no me dura mucho, debido a que empiezo a observar fotos y recuerdos pegados en la pared que me animan a parar. De repente veo discos de vinilo pegados con las imágenes de José “Pepitito” Marrone y de la serie de “Anteojito” creada por el gran dibujante Manuel García Ferré. Agarro mi celular y saco muchas fotos, luego me siento nuevamente. Pregunto a uno de los organizadores si nos avisan cuando empieza la función y me afirma que sí, a las 9 y 10 vuelvo a preguntar y me dice “ya casi empieza”, muchas personas al verme preguntar comienzan a hacer lo mismo y me siento otra vez a la espera de la función.

A las 9 y 15 dan sala para bajar, ya que la función se realiza en el subsuelo y el organizador me dice: “viste, ya empieza”, ambos nos reímos, espero no haber quedado como una molesta. Bajo las escaleras y me ubico en la fila dos, quería estar lo más cerca posible y por suerte se me dio. La función empieza con el gran tango “llamarada pasional” cantado por la genial Laura “Tita” Merello, que se oye como introducción al comienzo de la obra, a oscuras. Esta canción nos ambienta y nos retrotrae a otras épocas, aquellas de los años 60 en donde el teatro tenía una tradición cultural de apostar a él. Además la obra fue escrita en el 58 y nos introduce en la magia de esos años, hoy día en el año 2016. Ya casi no hay costumbre teatral y de a poco se van perdiendo las genialidades teatrales de antes.

A medida que transcurre la obra se pueden percibir muchas sensaciones, que nos llevan de la risa al llanto. Es difícil despegarse de la obra debido a la calidad de los actores y a la trama que cada vez se hace más interesante, como únicas distracciones encuentro un celular que suena incesantemente en la primera fila, que pertenece a un espectador y gente apantallándose por calor. A la vez que me hace acordar a aquellas obras teatrales de los libros, con sus silencios. En este caso hubo tres “apagones”, tiempo para pasar a la siguiente escena. Al finalizar la primera parte todos los espectadores “ríen”, porque es tal la maravilla de situaciones que ocurren y actores tan buenos, que es imposible no tentarse. En el transcurso de la segunda escena “todos lloran”, yo casi, pero me tuve que contener. Porque ver a Mary Bustos, una actriz de verdadero nivel, que no necesita de gotitas mágicas para llorar, que siente su actuación, que la vive, que en definitiva se merece el título de actriz, es imposible no dejarse atrapar por su actuación.

Con la Señora Bustos me sentí por primera vez en la realidad, aunque sabía que era una actuación, llegaba un momento en que me perdía y sentía que lo que hacía, lo sufría. Eso lo hacen los verdaderos actores, quedan tan pocos, que me siento alegre de estar viva para ver a una actriz de verdad.

La obra me demostró lo que es la cotidianidad, que no cambia en el tiempo. Una mujer que hizo todo para estar con su “amor”, el único en toda su vida, su “marido Humberto”. Intentándolo todo, hasta la locura con tal de mantener a la familia unida, no le importaba si el esposo la engañaba, ella lo amaba. Llegando a decir que sus hijos fueron lo único que encontró para retenerlo. Luego de 23 años de casada, se encontraba sola por primera vez, sus hijos crecieron, su marido se fugó con su amante. Qué tristeza que todo termine así, pero la obra nos muestra la realidad. La de las “mujeres” que hacen todo por su familia, crían a los hijos, destinan su vida a amarlos, los educan para que sean gente de bien, perdiéndose de hacer otras cosas que quisieran por apostar a su familia y al final las dejan tiradas. Las esposas también le cocinan al marido, le planchan la ropa, lo miman y hacen que no les falte nada y las terminan engañando tildándolas de “aburridas”, de falta de vitalidad. Cuando en realidad dieron toda la vitalidad a la familia.

El final me conmovió. Amorina sentada sola, recordando todo lo que había hecho por su familia, sintiéndose orgullosa de los logros de cada uno y ella, la que hizo todo por todos, en la más pura soledad.

Estas actuaciones me enseñaron tanto, por sobre todo el papel de la “mujer”. No me entra en la cabeza que se pueda dejar en soledad a alguien que da la vida por nosotros ¡Qué cruel es la humanidad!

Me gustó que la obra terminara en tiempo y forma como estaba pautada a las 23 de la noche en punto, demostrando respeto por el público. Los espectadores evidenciando su sentir mediante un aplauso interminable y los actores alegres, disfrutando el agradecimiento de la gente. Al finalizar la función Rubén Pérez, director general agradece al público presente y cuenta que por suerte el año entrante la obra volverá a estar en cartel, a su vez nos pide que apoyemos el teatro independiente.

Si se hacen obras de esa magnitud, por supuesto que se las va a apoyar. Los actores inigualables, enseñándonos lo que es verdaderamente la actuación, que no hace falta salir en televisión y estar en programas de espectáculos peleándose para hacer realmente una obra de categoría. Este equipo actoral se merece el mote de “actores”, porque saben hacerlo, porque nos expresan su actuación como verdadera, porque nos permiten reír y a la vez llorar. Esos aplausos son la recompensa que merecen por hacernos disfrutar por dos horas. Gracias por actuar de esta manera.